La
filosofía que se elige depende de la clase de hombre que se es; pues un sistema
filosófico no es un utensilio doméstico sin vida que pueda cogerse y dejarse
caprichosamente, sino que se halla animado por el alma de la persona que lo
tiene.
FICHTE
Y
Kant destacó por ser un hombre sistemático y ordenado en sus hábitos, hasta el
punto que no salió del reducido ámbito geográfico de Königsberg en toda su
vida, no digamos ya de Alemania.
Afrontar
la lectura de la obra de Kant no es fácil ni tan siquiera para un humanista. No
me extraña ahora las dificultades con las que choqué en la Universidad, pero es
que su obra resultó oscura incluso para las mentes más brillantes de su tiempo.
Tanto así que Kant se vio obligado a publicar unos “Prolegómenos” para acercar
a un público más amplio su Crítica de la
razón pura. En consecuencia no seré yo, un simple aficionadillo a las
letras quien ose explicar su filosofía, pero la pequeña biografía que os
presento es un buen comienzo para los más intrépidos.
Desde
luego que Kant es un hombre formidable, pues se trazó como objetivo último de
su vida, como máxima científica, el afán de servir únicamente a la verdad:
Me
he trazado el camino que seguiré; iniciaré mi carrera y nada me impedirá
continuarla.
El
camino que se trazó fue ni más ni menos que el de la razón, y para llegar a su
objetivo nada se le opuso en su camino, ni siquiera el Kaiser o la religión,
con respecto a la cual tiene una visión muy moderna, la propia de los
enciclopedistas de su tiempo. Hay quien asegura que a Kant se le debe que sea
un completo anacronismo el empeño en tratar de explicar la existencia de Dios:
Así
pues, los célebres argumentos ontológicos (cartesianos) sobre la existencia de
un Ser supremo, extraídos de conceptos, constituyen una pérdida de esfuerzo y
trabajo, y a un investigador le resultaría tan imposible aumentar su riqueza en
simples ideas sobre conocimientos de causas como a un comerciante su caudal de
dinero si para mejorar su situación financiera, se empeñase en añadir varios
ceros a sus existencias en caja.
Empezó
Kant por desarmar la filosofía de su tiempo, que consideró una burda herencia
de la escolástica. Cierto que la metafísica había alcanzado en su tiempo una
mala reputación:
Las
cosas dignas de saberse se acumulan en nuestros tiempos. Pronto nuestra
capacidad será demasiado débil y nuestra vida demasiado breve para abarcar
siquiera la parte más útil de ellas. Se nos ofrecen en profusión riquezas que,
para captarlas nos vemos forzados a rechazar de nuevo muchas baratijas
inútiles. Hubiera sido mejor no cargarse nunca con ellas.
De
aquí parte su Crítica de la razón pura. Se retrotrae a la demostración de las
preguntas a las que la razón como actividad pensante puede contestar y a las
que no:
Pero
entiendo aquí no una crítica de los libros y sistemas, sino de la capacidad
especulativa en general y con respecto a todos los conocimientos a que, independientemente
de toda experiencia, puede aspirar; por consiguiente, el veredicto sobre la
posibilidad o la imposibilidad de una metafísica en general y la fijación tanto
de las fuentes como de la extensión y las fronteras de ella, pero todo partiendo
de principios.
Lo
que más me ha fascinado, sin embargo, es su honda capacidad para la
autocrítica. No sé si será este un buen ejemplo, pero es curioso porque incluye
a otro denodado filósofo, Rousseau, quien participó en un concurso de la
Academia de Dijon (en el contexto del reciente terremoto de Lisboa de 1755) en
el cual se preguntaba si el arte o las ciencias habían proporcionado a la
humanidad beneficios notables, a lo cual respondió Rousseau en sentido
negativo, abogando por la vuelta a la naturaleza. Kant no tuvo recato en
admitir que se había librado gracias a Rousseau de la arrogancia de la razón
que dominaba a la gran mayoría de los filósofos y enciclopedistas de su tiempo:
Soy
investigador por inclinación. Siento una enorme sed de saber y una afanosa
inquietud de seguir avanzando, o también una auténtica satisfacción a cada
progreso. Hubo un tiempo en que creí que todo eso podía constituir el honor de
la humanidad y en que desprecié a la plebe que todo lo ignora. Rousseau me ha
vuelto al buen camino. Esta obcecada superioridad desaparece.
Y
poco más que decir. Esto es no es más que una muestra de lo que Kant significó
para la cultura alemana y universal.
Le filosofía de Kant me parece muy atrayente. A mis alumnos no les fascina tanto, a diferencia de Nietzsche, pero, aunque de entrada cueste entenderla, una vez logrado se percibe la grandiosidad de su pensamiento tanto en el ámbito del conocimiento, como en la moral y la política. No estoy de acuerdo con todo, pero comparto mucho.
ResponderEliminarUn saludo, Rubén.
Entro en la filosofía como un simple aficionadillo. Si algo puedo decirte es que ahora la disfruto y que solamente un profesor me hizo disfrutar durante un curso de la filosofía como asignatura académica. Un buen ejemplo ha sido Platón, que me fascina ahora, desde sus diálogos originales, y que nunca congenié con él en términos académicos.
EliminarSaludos y gracias por el comentario :)