lunes, 18 de abril de 2016

Leer para escribir.



El acceso masivo a la educación y la ampliación de horas de ocio han llevado, en occidente, entre otras cosas, a la proliferación de escritos y escritores. No sé yo si la cantidad genera necesariamente calidad; me limito a conminaros a echar un vistazo a los flamantes escaparates de las librerías más céntricas de vuestra ciudad.
El director de una orquesta es el culpable de una mala ejecución, el entrenador de un equipo de fútbol lo es de los malos resultados. Pero, ¿quién es el culpable de que se escriba tan mal? ¿Hay culpables?
Literatura de mala calidad siempre hubo, y la habrá, al tiempo que charlatanes que pasarán por grandes escritores, pero ¿quién seré yo para plantear problemas de semejante enjundia? Yo venía a hablar de mi libro, que dice aquel, y también acerca de lo que leen los escritores porque, si leen aquello que figura en los estantes de las librerías, o si acaso piensan que con emularlo alcanzarán el éxito…
Quede claro primeramente que de mi pluma sale una opinión, y que mi punto de vista está, lógicamente, distorsionado por mi gusto lector, clásicos y ensayo.
Es improbable llegar a escribir buena literatura leyendo best-seller. Desde luego que el lector se creerá capaz de emularlos, pues se trata de forjar una buena historia y escribirla como buenamente se pueda. Otro gallo cantaría si el lector leyese otro tipo de literatura; se sentiría apabullado e incapaz.
Traigo aquí una cita de Juan Rulfo y me aprovecho de su prestigio para reforzar mi argumentación:
                 “Una biblioteca sin libros de historia no es una buena biblioteca.”

Y es que, a mi modo de ver, un buen escritor debe beber de las disciplinas humanísticas. Un buen lector igualmente. La literatura es, probablemente, la máxima expresión de las habilidades humanas, pues mezcla y usa de todas ellas para ser.
Supongo que la buena literatura ahonda en el conocimiento del hombre y sus circunstancias, y para llegar a ese conocimiento hay que atravesar los senderos de la historia, la filosofía y la religión, las ciencias…
Me entristece que de estas fuentes no beban algunas de las muchas figuras que inundan el panorama literario actual, español y no español.
Y todo esto viene a colación de una de mis últimas lecturas, un pequeño relato sobre las Guerras Carlistas.
Algunos intercalan clásicos con best-seller, por eso de evitar el amodorramiento. En mi caso gusto de intercalar clásicos con ensayo. Venía de dar unos paseos por la Rioja Alavesa y las alusiones constantes a las Guerras Carlistas me llamaron a refrescar el olvidado siglo XIX español. Dice en su introducción:
…existe una evidente ley histórica por la cual los pueblos sólo retienen más nítidamente en su memoria colectiva el impacto de la última confrontación civil.

Son maneras de vivir, claro está, pero si alguien me oye y gusta de escribir, no olvide llenar la maleta con las prendas más ligeras e imprescindibles.




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