El
cine, al igual que la literatura, puede ser simple entretenimiento o revulsivo.
Hay tiempo y ocasión para todo, pero la película que os traigo a colación es un
interesante alegato contra la mala educación.
Anne
Guegen es una profesora de Instituto que, de la mano de una conmovedora
vocación, se preocupa de sus alumnos más problemáticos y los desafía a
participar en un concurso estatal sobre niños y adolescentes en un campo de
concentración nazi. Las lecturas que se pueden entresacar son varias, pero yo
me quedo con esa enseñanza que consiste en que los alumnos aprendan por sí
mismos. Otra lectura es el destino de una clase social marginada con un futuro
gris por delante, la otra el mediocre panorama educativo de las sociedades
occidentales teniendo en cuenta los enormes recursos disponibles. De hecho, el
film pasa de puntillas alrededor de las dificultades internas, profesionales,
con las que se enfrenta la profesora Guegen para llevar a cabo sus propósitos y
que podían haber desembocado en otra historia completamente diferente,
igualmente interesante pero más alejada del melodrama. En fin, que se trata de
un film francamente interesante.
A
mí desde luego que me ha hecho reflexionar y, como podéis comprobar, sigo en
ello. Mis hijos tienen 6 y 8 y día tras día me llegan a casa con deberes y más
deberes, pero no le voy a echar la culpa a estos y caer en el excesivo debate
que se está dando al respecto. A mí lo que me preocupa es el currículo, y lo
peor que no veo visos de mejora porque cuando escucho a los grupos políticos
hablar de educación terminan desbarrando en asuntos de escasa enjundia.
Vamos
a ver, el debate debería centrarse en lo que los niños necesitan aprender. ¿Qué
es lo que realmente precisan? En mi humilde opinión necesitan aprender a
aprender por sí mismos. Sí, la disciplina es importante, y también lo es la
adaptación a este mundo cambiante, pero sería mucho más fácil con menos
contenidos, que son, en definitiva, a estas edades, contenidos de usar y tirar
que se memorizan sin comprensión para luego ser desechados sin reciclaje.
Por
poner un ejemplo, me hago cruces al comprobar cómo los niños de 8 años se
aprenden al dedillo las tablas de multiplicar, ¡como el Padrenuestro!, cuando en
realidad ni siquiera saben aún el concepto de multiplicación (que viene a ser
una suma múltiple). Con seis o siete años se les enseña las diferencias entre
un árbol de hoja caduca y otra de hoja perenne cuando están en edad de subirse
a los árboles y correr por el bosque.
En
fin, ahí queda mi ociosa reflexión, seguramente equivocada, pero no por ello la
movie deja de ser interesantísima.