
Sean
cuales sean las conclusiones adoptadas, no deberíamos obviar que en los temas
humanísticos la verdad nunca es unívoca.
El
caso que tenía muchas ganas de afrontar a Hardy porque era un autor que,
gracias a las clases de literatura inglesa de la universidad, desde siempre
permanecía en mi memoria. Bien recuerdo que suspendí literatura inglesa.
Afronté la asignatura con pasión sin igual y leí una enorme cantidad de
literatura, pero mis esfuerzos fueron vanos porque resultaba inabarcable y
luego me faltaba tiempo para estudiar. Al año siguiente sí, aprobé la
asignatura y si mal no recuerdo con buena nota. Me estudié lo que me tenía que
estudiar, o sea nombres de escritores y sus libros más afamados, siglos y
períodos, corrientes, logros técnicos… y entre todo esto memoricé a Hardy y
algunas de sus más afamadas obras.
Soy
consciente de que de alguna manera hay que evaluar a los alumnos. También
entiendo que el Ministerio de Educación tiene que desarrollar un currículum
efectivo y universal (y qué mejor manera que incluirlo todo en dicho currículum).
Lógicamente los profesores se ven sometidos al mentado currículum, y claro está
también que no todos los profesores gozan de los favores de la fortuna
vocacional.

Dicho
lo cual, de entre tanto estudio y tanta lectura desde luego que algo queda, y
en mi caso permanecía latente un recuerdo de Hardy que, más de veinte años
después, ha provocado una interesante e intensa lectura.
No
esperéis más conclusiones porque no las hay. Encontrar la alternativa es una
quimera porque la realidad es que el currículo cambia mucho para seguir igual,
parafraseando a Lampedusa. Cuando menos, esperemos que con tanta teoría
literaria algo cale.
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