Vuelvo a hacer un apunte de La escritura necesaria a colación de una
relectura de Joseph Conrad. Dice mi admirado Conrad en la “nota del autor” de La
línea de sombra, a propósito de lo sobrenatural, con motivo de la
calificación de su obra:
«… jamás me habría arriesgado a
semejante tentativa, abrigando, como abrigo, moral e intelectualmente, la
invencible convicción de que todo lo que cae bajo el dominio de nuestros
sentidos, por excepcional que pueda ser, no podría diferir en su esencia de
todos los demás efectos de este mundo visible y tangible cuya parte consciente
venimos a formar. El mundo de los vivos encierra ya por sí solo bastantes
maravillas y misterios; maravillas y misterios que obran por modo tan
inexplicable sobre nuestras emociones y nuestra inteligencia, que ello bastaría
casi a justificar que pueda concebirse la vida como un estado de encantamiento.
No; mi conciencia de lo maravilloso es demasiado firme para que pueda dejarse
nunca fascinar por lo meramente sobrenatural que, en resumidas cuentas, no es
sino un artículo de manufactura fabricado por espíritus insensibles a las
secretas sutilezas de nuestras relaciones con los muertos y los vivos en su
infinita muchedumbre: profanación de nuestros más tiernos recuerdos; ultraje a
nuestra dignidad.
Sea cual sea mi modestia innata,
jamás descenderá a buscar ayuda para mi imaginación recurriendo a vanas
imaginaciones comunes a todas las edades y capaces de henchir de indecible
tristeza a todos aquellos que, poco o mucho, sienten amor por la humanidad…»
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